El valor del “por ejemplo”
Un poco de contexto
Hace cerca de cuatro años (finales de 2013) me topé con mi primer trabajo como redactor. Llegué a él por contactos, como todo en la vida (platiqué con un amigo de la infancia que, según yo, se había metido al rollo de la publicidad o algo as)─. Éste fue el primer artículo que redacté: Condominio Condado del Obispo, para la revista Planos y Estilos.
Durante el 2014 y 2015 el flujo de trabajo fue bastante regular, entonces resulté siendo un redactor freelance que trabajaba exclusivamente para una editorial (lo de la exclusividad no fue por motivos contractuales, sino más bien casuales ─si ahí encontraba suficiente trabajo y me daba una buena esperanza de crecimiento, ¿por qué habría de buscar más trabajo en otros lugares?─). Como consecuencia nunca aprendí a encontrar nuevos proyectos y clientes, y el talento para las ventas no se encuentra entre mis virtudes.
A finales del 2015 la cantidad de trabajo decayó. Por momentos se asomaban algunos proyectos que mantenían viva la esperanza, pero no lograban trascender. Para mediados de 2016 pasaban unos tres meses (o más) sin que apareciera un trabajo decente, así que me involucré en el negocio de la familia.
Una pasantía
En 2014 mi esposa fundó una empresa, GuauBox. Empezó produciendo galletas naturales para perros y ahora se le ha convertido en una repostería artesanal para perros.
Desde el principio mantuve una relación cercana con la empresa, además de que mi esposa es la fundadora, yo soy el redactor de los boletines informativos que envía a sus clientes.
En esta ocasión me integré a la operación, ayudando en producción, contabilidad y administración.
También empezamos el blog (Perroterapia), donde la mayoría de los textos son escritos por ella y yo hago labor de edición y corrección.
Ahora, ocho o nueve meses después, giro de regreso a mis asuntos y a mi profesión. Vengo con las enseñanzas de alguien que sabe promover productos y servicios muy peculiares. Ahora no queda más que poner lo aprendido en práctica y empezar a trabajar. Con esto llego al punto de esta entrada:
El valor del “por ejemplo”
Las ventas, como ya lo mencioné, no son lo mío. Lo mío son las palabras. Quizá el problema es que percibo el “ejercicio de venta” como la agobiante insistencia de las empresas financieras o los estereotipados vendedores de biblias o enciclopedias. Sin embargo, con el crecimiento de las redes sociales y del internet como herramienta social, este esquema de ventas se ha modificado. Ahora estar “expuesto” es suficiente. De hecho, el acoso publicitario rápidamente es catalogado como spam y en un instante queda recluido en el olvido.
Recuerdo haberme topado con las opiniones de varios expertos en redes sociales que apuntan más al contenido orgánico que al diseño gráfico profesional. Asimismo dicen que bloggear contenido original es más efectivo para incrementar el alcance que compartir contenido de otras fuentes. Todo esto, hasta ahora, es especulación. En otro momento, si es que mi camino toma ese rumbo, investigaré al respecto y escribiré una entrada con más información.
Apostando por el valor del contenido original para generar tráfico, y de esta manera exponerme al mercado del redactor freelance, empiezo esta serie de publicaciones. Publicaré, tan frecuente como me sea posible, artículos, textos, comentarios y demás, que sirvan como ejemplo de mi trabajo.
Este es mi primer “por ejemplo”.
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