Entrevista - Jorge Mazariegos

(entrevista redactada por palabras para La Revista de Fundación Rozas-Botrán)

Jorge Mazariegos


Destinado a la grandeza, podría parecer que el universo ha conspirado para llevar a don Jorge a donde está ahora. Pero la verdad es que su progreso es el fruto de la admiración y asombro que despiertan sus obras.

Realismo Innato


Se le hace imposible dar una fecha precisa de cuando empezó su relación con la forma y el color. Sus primeros recuerdos de contacto con el arte se remontan a sus años de preescolar. “Sentí que quería poner en papel lo que estaba viendo.” Desde las primeras escenas que plasmó, principalmente compuestas de animalitos, se dejaba ver la facilidad y gusto con el que lo hacía.

Autodidacta en sus inicios, por falta de escuelas de arte en su natal San Marcos, su camino a la instrucción profesional se fue trazando bajo cada pincelada. “Todo es una cosa adquirida por medio natural, instintivamente uno empieza a jugar y experimentar. Pero llega un momento en el que uno quiere alcanzar mayor profundidad en lo que hace.”

Reclamando los sueños


“Trabajé como catedrático de arte y empecé con estudios generales. Poco a poco mis estudios se fueron inclinando a la educación. Por lo que estudié la Licenciatura en Pedagogía y Psicología en la Universidad Rafael Landívar de Xelajú. Hasta después me vine a Guatemala a sacar el Profesorado en Artes Plásticas. Pero seguía amarrado a la docencia.”

Su aventura realmente inicio con una decisión drástica. Luego de años de estar dedicado al magisterio, con un trabajo estable y renombrado, se encontró con que su camino estaba alejándose de su sueño. Aunque seguía pintando, no podía dedicarse a eso tanto como realmente deseaba. “Le dije al director del instituto: ‘Mire, yo voy a renunciar’. Pero no me aceptó la renuncia. Tuve que venir a Guatemala para hablar con el ministro. Le dije que me iba a dedicar a la pintura y que esperaba que aceptara mi renuncia. Esos son los momentos claves de tomar una decisión, porque tomar una decisión de ese tipo, en un mercado como este, sin saber… no es fácil. Gracias a Dios, yo no me puedo quejar. Todos mis hijos, que tengo bastantes, son profesionales.”

Una visita inesperada


El primer paso para salir de allá fue su llegada a la Escuela de Artes Plásticas en Guatemala. En aquel entonces era presidente el General Arana, quien tenía amistades en San Marcos; don Jorge se dedicaba a dar clases particulares de pintura.

“Yo estaba pintando, dando clases a los niños de una casa, cuando escuché: ‘¡Ah, qué bonito! Yo ni siquiera puedo hacer un paisajito; siga pintando’. Entonces voltee a ver y ¡era el presidente! Yo me asusté, no me había dado cuenta. Le gustó mi trabajo y empezamos una amistad. Aproveché y le dije que yo quería dedicarme a pintar. Así llegué a la Escuela de Artes Plásticas.”

Superando fronteras


Desde sus años como estudiante universitario, don Jorge había abierto un estudio en una de las calles principales de Quetzaltenango, donde se vendían sus pinturas. Un día recibió una llamada. Le solicitaban un cuadro. Similar a uno que se había vendido en su estudio hacía años. “Fui a la casa donde estaba el cuadro, para verlo, y ahí estaba el dueño. Después de conversar un momento me dijo: ‘Yo trabajo en asuntos exteriores, ¿hay algo en lo que le pueda apoyar? ¿No quiere ir a estudiar al extranjero?’ ‘¡Claro que sí, es un sueño de cualquiera ir a estudiar a una academia de arte de prestigio!’ Entonces hicimos un experimento: armamos un expediente con toda la obra y se mandó a las tres embajadas que podrían darnos apoyo.” Aproximadamente dos meses después, recibieron respuesta de las tres embajadas, a todas les había gustado su trabajo y estaban en disposición de apoyarle en lo que quisiera. Escogió España.

“Yo había leído mucho sobre el Museo Del Prado y los artistas españoles. Sabía de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, por su tradición, por los famosos que han estado ahí, de todas las épocas; su director, cuando empezaba, había sido Goya. Yo quería estar ahí.”

Un año después de haberse instalado en España, sucedió el terremoto en Guatemala. Tuvo que regresar para ayudar a su familia, pero viajaba intermitentemente a España durante dos años en lo que culminó sus estudios. “Poco a poco me fui llenando de compromisos y exposiciones. Ahora viajo todos los años a actualización de cursos y técnicas.”

“Total que uno pasa hacia otra dimensión, de lo que se puede lograr en un pueblo a lo que se logra hacer afuera. No es fácil que se den estas cosas cuando uno vive tan aislado culturalmente. Es importante estar en contacto con el mundo artístico, los eventos, las bienales… donde quiera todo está lleno de arte.”

Artística Diplomacia


Gracias al apoyo que originalmente recibió de parte del Ministerio de Relaciones Exteriores, don Jorge estableció buenas amistades a nivel diplomático. Esto promovió la difusión de sus obras, que ya se exponían en galerías de todo el mundo, entre embajadores y personalidades políticas mundiales. “Me habían tomado como el pintor oficial, los ministros, el cuerpo diplomático y la presidencia preferían dar obra mía como regalo diplomático. Así han llegado mis obras a la Casa Blanca, a la residencia de los Reyes de España, al museo del Vaticano, entre otros.”

Poesías de colores


“Como lo interpreto yo, no estoy haciendo fotografías; es poesías de colores. El paisaje se compone de armonías de color, igual que la música. Son armonías que van creando sentimientos. La pintura busca movimientos en los cuadros, entra en un paseo, hay un proceso que guía a la vista y va buscando caminos. Si usted se acerca más al cuadro, son solo manchas; el ojo le está creando la imagen. Eso es lo que quería, manejar el color. En sí, pintar es un pretexto para manchar el lienzo, mancharlo a través de un sentimiento.”

En todas sus creaciones resalta la influencia del su tierra, el altiplano guatemalteco. “Yo, cuando estoy pintando, estoy en ese lugar. Estoy situado ahí, viviendo ese pedacito. Es como si algo le está llevando la mano a uno para hacer las formas. Cuando siente, salió lo que quería hacer, lo que estaba pensando y sintiendo, con unos toquecitos de color… eso lo llena a uno. El máximo momento para mi es cuando todavía estoy pintando y me doy cuenta de lo que hice, ¿cómo hice eso? No sé. Hay cosas que salen sin que uno las busque. Uno logra efectos que no va a repetir nunca, porque las obras no son maquiladas. Cada pieza es única. En algunas he sentido que me ha salido, sin querer, algo mejor de lo que quería.”

Gracias a sus conocimientos en múltiples técnicas, don Jorge las combina y varía según lo que está trabajando. “Depende del momento, del cuadro, del tamaño y del tema. Ahí entra el estudio del formato, para ver qué tamaño funciona mejor, qué técnica. Saber qué camino tiene que llevar cada cuadro es un proceso de años de estar metido en este mundo.”

Labor invaluable


Cada obra tiene un valor emocional que hace incalculable su precio en dinero. Más que un lienzo con pintura, cada obra es la recopilación de años de esfuerzo en los que se han recopilado las experiencias necesarias que permiten su creación. “Uno pasa horas frente a su cuadro. No hay horas de comida, no hay horas de sueño. Con los años llega el cansancio; el cuerpo se queja, me duelen las piernas, las manos, los hombros… pero mientras estoy metido en eso es como si estuviera anestesiado, no hay dolor, solo gozo. Uno vive, entra en los pedacitos que quiso hacer, caminos, animalitos. Se le va agarrando cariño a lo que se está haciendo. Al verlo uno empieza a recordar cuando estuvo viviendo en ese lugar, y es que todos los cuadros son producto de muchos años de haber estado ahí y sentir el aroma del ambiente, escuchar el sonido del viento y el canto de los animalitos. Uno está metido en eso, siente todo eso en el momento que está pintando.”

Cada quien toma su camino y él tomó el del realismo, la pintura académica que busca la expresión a través de la forma conocida, no abstracta. Con sus pinturas, logra sumergir al espectador sensible a profundidades impensables. “Cada quien va a interpretar sobre lo que conoce. Mientras tanto yo lo que busco es la expresión por medio de los colores.”

La interminable ilusión de aprender más es lo que guía el futuro de don Jorge. Descubrir las interrogantes que surgen al estar inmerso en el mundo del arte. “Uno quiere saber más, conocer cómo trabajan otros artistas, cuáles son sus sistemas. A veces uno se queda admirado, preguntándose cómo lo hizo.”

Devoto humanista


Desde siempre entregado a impulsar el desarrollo del país, su apoyo a la Fundación Rozas-Botrán, y a múltiples causas humanitarias, es incondicional. “Para mí lo principal es que la gente siga apoyando. Los invito a que colaboren y que visiten los lugares a los que se destinan los fondos recaudados. Para el artista es muy bueno el apoyo, pero es más importante para las personas a quienes ayuda la fundación. Me parece muy bueno que inviten a los artistas a colaborar con la problemática del país. Cuando a uno lo sensibilizan y ve a dónde van los fondos se da cuenta que hay que apoyarlos porque hace falta tanto por hacer.”

“Agradezco mucho a la Fundación Rozas-Botrán el homenaje. Es una satisfacción adicional, me hace sentir muy comprometido y agradecido a la vez, saber que se está tomando en cuenta lo que uno hace.”

Comentarios

Entradas populares